lunes, 3 de agosto de 2009

Modesto Montoya y la Ciencia en el Perú

El reto de la ciencia

Por Modesto Montoya

Diario El Comercio 31-07-08

Aquellos que estamos convencidos de que el país no podrá salir de la pobreza sin ciencia y tecnología, hemos quedado defraudados del discurso a la nación que pronunció el presidente Alan García. La palabra ciencia, ni la pronunció. Dijo, en cambio, que el país requiere más tecnología y máquinas, por ello, el Gobierno redujo los aranceles el año pasado y las importaciones aumentaron 32% en ese período.

La raíz del desdén por la tecnología en nuestro país está precisamente en la confusión que tienen nuestros políticos y empresarios cuando se refieren a ese concepto. Numerosos pensadores, como Mario Bunge, señalan que la técnica (o tecnología, como dicen los anglizados) no es una pila de artefactos, sino un cuerpo de ideas.

Francisco Miró Quesada señala que "no se puede hablar de tecnología sin hablar de ciencia, y no se puede hablar de ciencia si uno no se ha quemado las pestañas durante años tratando de comprender lo que ella en sí misma significa para el decurso de la historia humana".
Pero es tiempo de que nuestros líderes se quemen un poco las pestañas y, en los momentos más importantes de nuestra historia, nos hablen de ciencia y tecnología, en vez de aturdirnos con cifras escogidas para ocultar la falta de planes para el futuro del país.

La gran mayoría de políticos en nuestro país evita las palabras ciencia y tecnología. Según Miguel Ángel Quintanilla, esto nos viene de España, y cree que nuestro mundo cultural, nuestro ámbito cultural, es uno de los mundos, de las tradiciones culturales, en el que más dificultad ha habido para conseguir una reflexión libre, de carácter intelectual, una reconstrucción intelectual de una experiencia vinculada a la ciencia, a la tecnología, durante siglos. Hace cinco siglos, según Américo Castro, pensar en forma original, construir edificios conceptuales nuevos, independientes de lo que la ortodoxia religiosa política imponía, era ser sospechoso de herejía, no por lo que se pensara, sino por el hecho de pensar.

Los artefactos, las máquinas, son productos de la tecnología. La tecnología es el saber hacer esas máquinas. Está en el cerebro de los técnicos, ingenieros y científicos que trabajaron para construir esas máquinas. La tecnología no se compra, se forma en la mente colectiva de los pueblos a través de la educación y la investigación.

Para que nuestro país no se reduzca a comprar máquinas y más bien exporte productos o servicios tecnológicos de alto valor, debe formarse un verdadero Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, en el que, a través de la investigación, se resuelvan los problemas tecnológicos más urgentes, uno de los cuales es brindar agua sin tener que comprar máquinas ni quemar combustible para desalinizar agua de mar.

La tecnología no se compra. Está, por ejemplo, en los cerebros de miles de científicos e ingenieros peruanos que no pueden regresar al Perú porque el gobierno actual restableció la prohibición de nombrarlos en los institutos de ciencia y tecnología. Cuando comprendamos estos conceptos elementales para el hombre del siglo XXI, habremos empezado un período de esperanza, en el que la palabra ciencia esté presente en los planes de desarrollo del país.


¿DÓNDE QUEDA LA FORMACIÓN EN TECNOLOGÍA?
América Latina en la era digital

Por Modesto Montoya
El Comercio 25-12-07
Según el científico Juan Enríquez Cabot, los países que no realicen su inserción en la economía del conocimiento están condenados a la pobreza. Y esta inserción pasa primero por el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en las actividades de investigación científica y tecnológica, educación, gobierno y salud. El libro "América Latina en la era digital", publicado por la Universidad Peruana Cayetano Heredia, muestra que hemos avanzado considerable trecho en esa dirección.

En América Latina se está investigando sobre procesamiento digital de señales, redes neuronales, robots en medicina. La producción industrial ya empezó un proceso de automatización, eliminando a su paso puestos de trabajo rutinario.

Se ha fundado la Red Académica Peruana (RAAP) para elaborar y ejecutar proyectos de colaboración internacional. Se cuenta con una serie de revistas digitales y bibliotecas virtuales que abren una inmensa ventana de información para los investigadores. En general, las TIC han permitido la colaboración internacional que reduce las brechas aún persistentes entre países del hemisferio norte y hemisferio sur.

Debido al acceso a la información masiva, las TIC han cambiado el papel del profesor y da lugar a escuelas rurales y en comunidades indígenas, las que se comunican al mundo, favoreciendo la valoración de lo diferente y lo propio. En América Latina existen ya varias experiencias del llamado e-learning y de aprendizaje colaborativo en un sistema de educación internacional.
Las labores del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú han cambiado radicalmente con el uso de las TIC, creándose conciencia de la necesidad de cumplir con los objetivos de desarrollo de la Declaración del Milenio, enfocado en la mejora del bienestar humano.

Ahora se tiene innumerables comunidades cibernéticas de personas con intereses y problemas comunes, como es el caso de los pacientes del VIH. Los foros virtuales permiten a los pacientes investigar sobre sus problemas, y los médicos intercambian experiencias con sus colegas de todo el mundo. La telemedicina, aplicada en varias enfermedades, permite que pacientes residentes en lugares alejados tengan acceso al análisis y al tratamiento por médicos de hospitales avanzados. El Instituto de Medicina Tropical Alexander Von Humboldt y la Facultad de Medicina de la Universidad Peruana Cayetano Heredia usan las herramientas de las TIC en el manejo del VIH/sida. Ahora se cuenta con bases de datos integrados sobre información clínica, los que pueden llegar a cualquier centro médico y constituir una plataforma internacional para resolver problemas de diversa naturaleza.

La informática biomédica facilita el procesamiento de abundante información, de datos y conocimientos para la solución de problemas de salud, así como para la toma de decisiones médicas. Uno de los aspectos en los que resalta la importancia de las TIC es el tratamiento de las informaciones genéticas y la simulación de funcionamiento de proteínas u otros elementos a nivel molecular o celular, lo que facilita la búsqueda de la terapia adecuada de enfermedades o la creación de medicamentos apropiados. Con las TIC, se está construyendo una salud de inclusión, rompiendo los muros geográficos y culturales.

Inspirado en el modelo de la India, el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec) da prioridad al desarrollo de las TIC, considerándolas como una oportunidad para que el Perú exporte conocimiento. Esa idea es compartida por la Asociación Peruana de Software (Apesoft), la que informa que cada año crece la exportación de software peruano. Dada la trascendencia del uso de la TIC, en el Perú se ha creado la Comisión Multisectorial para el Desarrollo de la Sociedad de la Información (Codesi).

Si bien las TIC constituyen herramientas para desarrollar más rápida y eficientemente las actividades humanas, cada una de estas mantiene su naturaleza propia, la que evoluciona a ritmo de los descubrimientos científicos que realiza el cerebro humano, irremplazable en su función de descubrir y crear. Las TIC facilitan la creatividad, lo que no debe confundirse con reemplazo al cerebro creativo.

La formación de mentes creativas es una tarea de maestros creativos. Y esos maestros se forman mejor en la práctica de la investigación y la aplicación de las TIC, tema que tiene que ser tratado con la celeridad y la seriedad que corresponde a un país que ahora juega en la misma liga que el coloso estadounidense.



¿Cómo incentivar la inventiva?

Por Modesto Montoya

El Comercio 01-01-09

Con el argumento de incentivar la creatividad, en estos años se ha estado negociando convenios y tratados (TLC, por ejemplo) que incluyen el reconocimiento de la propiedad intelectual (PI), una de cuyas mayores expresiones es el invento, por el que puede obtenerse una patente.

Las patentes se refieren a cualquier invención, sea de producto o de procedimiento, en todos los campos de la tecnología, siempre que sea nueva, entrañe una actividad inventiva y sea susceptible de aplicación industrial. La patente da derecho a la exclusividad en el uso, la producción, la comercialización, así como en la cesión de derechos y licenciamiento.

En cuanto al resultado de esa manera de promover la inventiva y las patentes lo que se observa es que, entre 1984 y 1995, el número de solicitudes de patentes por año en el mundo era aproximadamente 900.000. Desde 1995 ese número creció sostenidamente hasta alcanzar casi el doble en el 2004.

En el Perú los estadounidenses gestionaron 295 solicitudes de patentes en 1996 y 476 en el 2006. El problema es que el número de solicitudes de patentes de residentes (peruanos) se ha mantenido casi constante, alrededor de 40.

En Estados Unidos los peruanos registraron ocho patentes en el 2003, pero en el 2006 solo patentaron dos. Los chilenos tuvieron una patente en 1998 y el 2006 llegaron a 76. Los brasileños tuvieron 115 en 1996 y llegaron a 341 en el 2006. Los costarricenses empezaron con dos en el 2002 y en el 2006 estuvieron en 17.

En el Perú --que empezó a reconocer las patentes en 1994-- el incentivo ha funcionado solo para los no residentes y ha sido totalmente ineficaz para los residentes. Más aún, los peruanos prácticamente no han registrado patentes en Estados Unidos.

Para despegar en cuanto a patentes es necesario un Ministerio de Ciencia y Tecnología, que impulse y fomente la inventiva en los centros de investigación, las universidades e instituciones empresariales. Para promover la inventiva en la población es urgente un museo interactivo de ciencia y tecnología. Los resultados se verán al largo plazo, pero si no empezamos nos quedaremos solo como exportadores de productos primarios.


OPTIMIZACIÓN DEL SISTEMA DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA
Entrampados en la burocracia

Por Modesto Montoya

Diario El Comercio 30-06-08

Que el Perú sea uno de los países que menos invierte en ciencia y tecnología en América Latina ya no sorprende a nadie. Eso no impide al Gobierno aumentar la burocracia y desarticular más el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología (Sinacyt).

El Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec) es el encargado de dirigir, fomentar, coordinar, supervisar y evaluar las acciones del Estado en este sector. En el Concytec, adscrito al Ministerio de Educación, se creó por ley el Fondo Nacional de Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación Tecnológica (Fondecyt), para captar, gestionar, administrar y canalizar recursos de fuente nacional y extranjera, destinados a las actividades del Sinacyt, dentro del marco de las prioridades, criterios y lineamientos de política establecidos en el correspondiente plan nacional.

El 19 de julio del 2006, el Gobierno y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) suscribieron un contrato de préstamo para el Programa Nacional de Ciencia y Tecnología, que ahora cuenta con 36 millones de dólares. El objetivo de este programa es mejorar los niveles de competitividad del país, a través del fortalecimiento de las capacidades de investigación y de innovación tecnológica, el mismo objetivo del Concytec.

Sin embargo, en vez de colocar los recursos del BID en el Fondecyt se ha creado el Fondo para la Innovación, la Ciencia y Tecnología (Fincyt), adscrito a la Presidencia del Consejo de Ministros, para cuya gestión se ha levantado una burocracia paralela a la del Concytec, la que gastará un porcentaje significativo de los recursos del mencionado programa. Al final, el Concytec se ha quedado con un Fondecyt vacío y con una burocracia que bien puede administrar el Fincyt.
La cosa no queda allí. Desde el 2006 se gestó la creación de lo que ahora se llama el Fondo de Investigación y Desarrollo para la Competitividad (Fidecom), que cuenta con 200 millones de soles, para financiar proyectos de transferencia e innovación tecnológica, proyectos que también sufraga el Concytec. Sin embargo, este fondo será administrado por el Ministerio de la Producción.

Como si fuera poca la confusión, producto del canon minero se tienen 80 millones de dólares, que deben dedicarse a la investigación científica y tecnológica en una gran parte de las universidades peruanas, sin articulación nacional alguna y, lo que es peor, sin proyectos de investigación en qué invertir.

También se tiene el Incagro, institución que cuenta con unos 16 millones de dólares para financiar proyectos de innovación y competitividad para el agro peruano, que es un programa del Ministerio de Agricultura.

Como organismos de investigación se tienen a los institutos de investigación científica y tecnológica, adscritos de diversos sectores, que juntos cuentan con presupuesto aproximado de unos 100 millones de dólares, utilizados principalmente en pago de planillas.

Este conglomerado de instituciones desarticuladas conlleva un desperdicio de recursos en un país que tiene pocos. Mientras esto ocurre en el Perú, en nuestro vecino del sur se van a utilizar unos 92 millones de dólares solo para preparar a doctores en ciencia y tecnología y en la repatriación de un grupo de investigadores que formen la masa crítica para impulsar el desarrollo científico y tecnológico. Sus planes apuntan a salir del subdesarrollo, donde permanecerán solo los países que no gestionan seriamente los recursos asignados a este estratégico sector.

En el Perú, un mínimo de dosis de racionalidad nos conduce a pensar en la necesidad de crear el ministerio de ciencia y tecnología, que integre los esfuerzos en este sector, que optimice el uso de los recursos siguiendo un solo plan de desarrollo científico y tecnológico, dirigido por un solo organismo, que termine con el caos burocrático que de científico tiene muy poco.


¿Un TLC sin ciencia ni tecnología?

Por Modesto Montoya
Diario La República. Vie, 10/03/2006

En mis tiempos escolares me llamaba la atención cómo los maestros ponían énfasis en las clases sobre tratados de límites territoriales y las guerras que habían sido necesarias para llegar a ellos. Pero comprendí mejor el tema al ver cómo los agricultores se enfrentaban entre sí por los linderos de sus chacras, las que les permitían sobrevivir. A muchos no les quedó ni una parcela. Otros apostaron por el estudio y hoy tienen mejores niveles de vida que los que ganaron todos sus juicios sobre propiedad de suelos. ¿Qué pasó? La tierra dejó de tener tanto valor y el conocimiento empezó a mostrar el suyo. La historia de los países ha tenido la misma evolución: varios son ricos porque apostaron a la investigación, y otros son pobres porque escogieron el camino de las materias primas.

Ahora los tratados de moda entre los países son los TLCs, con énfasis en la propiedad intelectual y las patentes. La buena noticia es que los conocimientos no tienen límites. Uno de los primeros países que lo comprendieron fue Estados Unidos. Comprendiendo que el conocimiento es una fuente inagotable de riqueza, EEUU practica una estrategia de atracción de científicos e ingenieros. Parte de esta estrategia la constituyen las becas de posgrado. Los países que no han comprendido el sentido de la historia han dejado o están dejando partir a sus mejores cerebros.
El TLC reconoce y promueve la generación de conocimiento. Es un tratado que favorece a los países que cuentan con laboratorios, científicos, ingenieros y técnicos capaces de generar patentes o materia de propiedad intelectual. Con el TLC, los países que no apostaron al conocimiento empiezan con desventaja.

Sin embargo, como el potencial está en todos los pueblos y el conocimiento no tiene fronteras, el TLC también constituye una oportunidad. Para aprovecharla, hay que empezar por retener o atraer los cerebros, y fortalecer las instituciones creadas para generar conocimiento científico y tecnológico.

En el Perú se han creado instituciones especializadas en la generación de conocimiento científico y tecnológico para atender las necesidades de la comunidad. Entre esas instituciones están la Comisión Nacional de Investigación y Desarrollo Aeroespacial, el Consejo Nacional de Camélidos Sudamericanos, el Instituto Antártico Peruano, el Instituto Geográfico Nacional, el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana, el Instituto del Mar del Perú, el Instituto Geofísico del Perú, el Instituto Geológico Minero y Metalúrgico, el Instituto Nacional de Becas y Crédito Educativo, el Instituto Nacional de Estadística e Informática, el Instituto Nacional de Investigación y Extensión Agraria, el Instituto Nacional de Investigación y Capacitación de Telecomunicaciones, el Instituto Nacional de Recursos Naturales, el Instituto Nacional de Salud del Perú, el Instituto Peruano de Energía Nuclear, el Instituto Tecnológico Pesquero del Perú, el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología y el Servicio Nacional de Sanidad Agraria, que conforman el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, encabezado por el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica.

Sin embargo, las prohibiciones de nombramiento de personal, establecidas por las sucesivas leyes de presupuesto, no permiten ni siquiera reemplazar a los cesantes, a pesar de que los científicos e ingenieros dedicados a la investigación y desarrollo constituyen hoy menos de la mitad del personal. Para evitar la extinción de las instituciones de ciencia y tecnología por disminución crítica del número de investigadores, debe crearse el Grupo Ocupacional Científico y Tecnológico (GOCYT) en los institutos del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología (SINACYT), y dotarlo de las mismas posibilidades de nombramiento con las que cuentan los militares, los policías, los diplomáticos, los jueces, los médicos y los docentes.


Piden ministerio de Ciencia y Tecnología

Diario La República. Mié, 04/02/2009

En día de la energía nuclear, Montoya exigió una real política científica. “Si la ciencia sigue ajena a la cultura de los políticos seremos solo observadores del avance de otros”, dijo.

Elizabeth Prado

El físico nuclear Modesto Montoya consideró que el desarrollo nuclear del Perú se logrará mediante un plan estratégico de ciencia y tecnología que promueva la investigación, la renovación de científicos y que limite el éxodo de talentos. “Somos observadores en todos los campos de la ciencia y así será mientras el paradigma primario exportador siga arraigado en la mente de nuestros gobernantes, de los empresarios y del público en general”, indicó.

Montoya pidió la creación del ministerio de Ciencia y Tecnología, y recordó el ejemplo de gobernantes como el presidente Barack Obama, que en su discurso inaugural de dieciocho minutos, cinco los dedicó al tema de la ciencia y la tecnología considerándolas fundamentales para elevar el nivel de vida de los norteamericanos. “No como los nuestros que son capaces de hablar dos horas sin pronunciar una sola vez la palabra ciencia”, anotó.

El científico, doctorado en la Universidad de París, señaló la urgencia de empezar a dominar parte de la tecnología para construir reactores nucleares en cooperación con otros países como ya lo están haciendo Brasil y Argentina. “Ellos en conjunto tienen el número suficiente de ingenieros y científicos para hacerlo, en tanto nosotros no llegamos ni a veinte. Jorge Heraud, Ronald Woodman, Heriberto Sánchez, Víctor La Torre, Jesús Aymar, son algunos y todos estamos sobre los cincuenta años”, manifestó.

En cuanto al reactor peruano de Huarangal, aclaró que este es enteramente de investigación y no está orientado a generar energía eléctrica como algunos creen.

Montoya reafirmó el objetivo que se han propuesto los científicos peruanos: convencer a la sociedad sobre el valor de la ciencia.

Claves

134 años. Hoy, 4 de febrero, el Instituto Peruano de Energía Nuclear cumple 34 años de creación.
Primer paso. Fue la carta de intención de 1977 firmada entre el Instituto Peruano de Energía Nuclear y la Comisión Nacional de Energía Atómica Argentina para el suministro, construcción, montaje y puesta en marcha de un Centro Nuclear. Fue declarado de interés y necesidad nacional por sus efectos mediatos en el desarrollo del Perú.



Ciencia sin perro lazarillo
El Estado parece haber condenado a muerte a los centros de investigación científica y tecnológica

Por Modesto Montoya

Diario El Comercio 02-11-07

El presidente Alan García, en su artículo "El síndrome del perro del hortelano", enumera las resistencias que existen a la explotación de los innumerables recursos naturales peruanos. Al final de su artículo, en un párrafo pequeño, se refiere al tema de la educación señalando a "los malos profesores y malos funcionarios que exigen no ser evaluados para esconder su mediocridad y así el sistema sigue produciendo resultados sin valor".

Es bueno que tratemos de explotar los recursos naturales. Pero eso no es suficiente. Los países que pretenden crecer, con el menor impacto ambiental posible, apuestan al conocimiento científico y tecnológico. La presidenta Michelle Bachelet, en ocasión de la duodécima Semana Nacional de Ciencia y Tecnología, dijo a los chilenos: "Creo que es evidente para todos nosotros que en un país como el nuestro, que requiere seguir desarrollándose, un tema como la innovación, la ciencia y la tecnología es clave". Y en la reciente inauguración del Centro de Estudios en Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad de Santiago, la presidenta Bachelet anunció que, desde ahora hasta su bicentenario, Chile iba a subir de 0,6% a más de 1% del PBI su inversión en ciencia y tecnología (el Perú invierte apenas el 0,11 % del PBI para estos fines).

Chile está decidido a innovar. La sola presencia del primer mandatario de un país en actividades de ciencia y tecnología incentiva a los profesionales jóvenes para iniciarse o seguir en ellas.

En el Perú, en la reciente conferencia internacional Universidad y Empresa, organizada por Universia, se mostró, una vez más, lo poco que el Perú invierte en innovación, y la poca confianza que tienen los empresarios en la universidad y los centros de investigación. La consecuencia lógica de una situación como esta es la dependencia tecnológica y la pobreza que se vive.

Más aun. El Estado parece haber condenado a muerte a los centros de investigación científica y tecnológica, cuyos investigadores tienen una edad promedio de 50 años. A pesar de ello, cada año la Ley de Presupuesto Público prohíbe nombrar a nuevos investigadores. En julio del 2006 se promulgó una ley de crédito suplementario, una de sus cuyas cláusulas levantaba esa prohibición. Desafortunadamente esta fue repuesta en agosto de ese mismo año. ¿En esas condiciones, cómo atraer a nuestros talentos del extranjero? ¿Cómo vamos a generar valor agregado a nuestras materias primas? ¿Competiremos en el mercado internacional con 'viejas glorias'?

Algunos grupos de funcionarios públicos se oponen a ser evaluados, incluso en las universidades y centros de ciencia y tecnología. Sin embargo, el presidente García tiene el poder para legitimar su voluntad, aplicando criterios meritocráticos en la asignación de los cargos de confianza de instituciones de investigación científica y tecnológica del Estado, según créditos universalmente reconocidos: 1) Grados de doctor en ciencia y tecnología obtenidos en universidades de prestigio. 2) Producción certificada por artículos publicados en revistas internacionales indexadas o inventos patentados. 3) Liderazgo reconocido por la sociedad y por el empresariado, que es el que finalmente invertirá en proyectos de riesgo con las universidades o institutos.

Esto debe ir acompañado de la reestructuración del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, tendiendo a la optimización del uso de los recursos; y del establecimiento de la carrera de investigador científico y tecnológico, con un reglamento que asegure que los más competentes y productivos tengan mejores remuneraciones y responsabilidades de dirección.

Con la firma del TLC con Estados Unidos, la ciencia y la tecnología se convierten en urgencias nacionales. La competitividad nacional requiere decisiones coherentes que incentiven los esfuerzos y la creatividad de todos los peruanos. La ciencia no puede avanzar como ciego sin perro lazarillo.

Ciencia y Tecnología en el Perú

Diario El Comercio
A LA ZAGA EN LATINOAMÉRICA
Diario El Comercio 02-08-09

El Perú invierte poco en ciencia e investigación. Destina apenas US$4 anuales per cápita; Brasil aporta más de US$60.


El más recordado de los hallazgos científicos en el Perú ocurrió hace 124 años y acabó con la inmolación de su investigador: a sus 28 años, Daniel Alcides Carrión se inoculó la sangre de una paciente infectada con verruga y demostró con su lenta agonía que esta y la fiebre de La Oroya eran la misma enfermedad. “Solo a él, que vivió en un ambiente de aventura perpetua, en su nativo Cerro de Pasco, se le pudo ocurrir que la inoculación de brazo a brazo demostraría la “inoculabilidad” de la enfermedad de un ser vivo a otro”, ha escrito el reconocido médico Uriel García.


— ¿Qué otro hallazgo científico de esta trascendencia se ha hecho en el país después de este?, le preguntamos al científico físico Modesto Montoya, ex presidente del Instituto Peruano de Energía Nuclear.


— ...Me pones en problemas — dice, pero continúa— hay algunas investigaciones que se están haciendo en universidades, propiedades de algunas plantas que se están descubriendo pero que todavía no llegan a la parte comercial. En la parte física se están investigando algunas sustancias químicas que al verterlas en el agua podrían potabilizarla…


El hombre de ciencias recuerda más descubrimientos aislados, pero pronto pisa la realidad.


Si el número de registros de patentes mide el pulso del estado de la ciencia en un país (el invento se convierte en patente, y este en dinero para el científico y el país: así funciona el círculo), la nuestra es una situación más que angustiante. Basta mirar la infografía que ilustra esta página para entender que el Perú está en la cola del conocimiento: de 34 patentes registradas en 1993 se pasó a 28 en el 2007, número mucho menor incluso al de 1978, cuando se reportaron 50.


El discurso de las autoridades políticas —persistente y provocador— sobre la importancia del conocimiento en esta sociedad se queda, una vez más, en el papel. Según la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología (una organización que maneja una base de datos de la región), el Perú invierte en investigación y desarrollo menos de 4 dólares anuales por habitante, mientras que Brasil supera los 60, Chile alcanza los 25 y Argentina bordea los 30. Comparación morbosa adicional: EE.UU. invierte por ciudadano 300 veces más: 1.200 dólares al año.


Conclusión: como el conocimiento o se compra o se produce, al Perú solo le queda comprar, y a precios muy altos. “La dependencia de las tecnologías extranjeras nos hace más pobres”, dice el presidente de la Academia Nacional de Ciencias, Roger Guerra-García. Hay un dicho recurrente entre los investigadores peruanos: ser científico en el Perú es como ser torero en Nueva York.


EXIGUO PRESUPUESTO

El país, como sucede con varios otros campos, tiene una ley para la ciencia, pero, como sucede también con la mayoría de las mismas, es más retórica que práctica. Dice, por ejemplo, que el Concytec es el organismo rector del sistema nacional de ciencia y tecnología, pero en realidad no tiene competencia sobre lo que los institutos de investigación dispersos en los diferentes ministerios hacen o no.


“Cada instituto diseña su proyecto de manera independiente, y muchas veces las investigaciones se duplican”, explica Montoya. La falta de liderazgo —según él— se debe a que el Concytec no tiene rango ministerial (ver nota vinculada) y a que, por lo tanto, su presupuesto es escaso y sus decisiones no tienen peso.


El actual presidente de esta institución dependiente del Ministerio de Educación, Augusto Mellado, recuerda que el presupuesto se redujo dramáticamente durante el fujimorato hasta alcanzar los niveles actuales. “Aunque el año pasado se incrementó en S/.2 millones, ahora contamos con 14 millones”.


El Perú invierte solo el 0,15% de su PBI en el desarrollo de la ciencia; en Chile, es cuatro veces más. “La meta es alcanzar el 1,6% en cuatro años”, añade Mellado. Es optimista, pero Guerra-García no lo es tanto. “En el Congreso hay mucha ignorancia sobre el tema. Por ejemplo, en el Perú se gradúan no más de 10 doctores en ciencias al año, mientras que en Chile esta cifra se multiplica por diez; es esto lo que los debería preocupar, no el armamentismo”, dice.
La ciencia no es políticamente rentable porque no cumple dos principios básicos de la política peruana: inmediatez y visibilidad. Sus logros son a mediano y largo plazo, su impacto nada tiene que ver con ladrillos y cemento.


DECEPCIÓN ACADÉMICA

“Estimados amigos:Les escribo estas notas desilusionado con el discurso del presidente García: ni una sola referencia a la ciencia. Un discurso con más de lo mismo, que tantos kilómetros de carretera, que tantas inversiones, que tanta mayor oferta de exportación de materias primas. Hubo sí, un deseo de que el Perú sea parte del primer mundo en el 2021. ¿Pero sabrá nuestro presidente que la única manera de ubicarse dentro de él es con desarrollo científico?...”


Así comienza la carta que el científico Víctor Benavides escribió el 30 de julio a los 40 miembros de la Academia Nacional de Ciencias. Su decepción es compartida por todos sus integrantes. A Montoya, hace unos días, un investigador estadounidense le respondió un correo que había escrito recomendando a una joven investigadora: “Su recomendación es un poco incoherente, si esta joven es tan buena, ¿por qué no tiene trabajo en el Perú?”, le dijo. Montoya, avergonzado, se pregunta: “¿Cómo le iba a explicar que la ley nos impide nombrar profesionales, aunque sean buenos?”.


EN PUNTOS

Ministerio o por lo menos rango ministerial1. Los investigadores sostienen que el Concytec debería ser la entidad que centralice, canalice, oriente y lidere las investigaciones del país.


2. Modesto Montoya sostiene que es necesario tener un ministerio de la ciencia o que, por lo menos, el Concytec asuma un rango ministerial.


3. Argentina, Costa Rica y Brasil cuentan con un Ministerio de Ciencias, y en el caso de Chile, la Conacyt tiene rango ministerial.


4. Según Montoya, con un ministerio especializado, lejos de incrementarse el gasto, este se podría reducir pues se evitaría duplicar funciones entre los pequeños institutos con enormes cuerpos burocráticos.


5. Calcula que podrían ahorrarse US$ 30 millones.


Estiman que solo el 10% de los docentes universitarios investiga


Las llamadas a ser las promotoras del conocimiento son las universidades. Sin embargo, la producción se concentra en las públicas como la Universidad Nacional de Ingeniería, San Marcos y la Agraria, y solo dos de las privadas, la Cayetano Heredia y la Católica. Como señala el presidente de la Academia Nacional de Ciencias, Roger Guerra-García, la mayoría de casas superiores de estudio del país no investiga.


Guerra-García estima que en el Perú debe haber solo 500 doctores, con una edad promedio de 60 años. “De ese total, el número de investigadores no debe superar los 150”, añade. Pero hace un cálculo aun más escalofriante: “Menos del 10% de los docentes de las universidades investiga”.


En tanto, el científico Modesto Montoya sostiene que no hay incentivos para la investigación y que “cada vez esta se deprecia más”. Cuenta, por ejemplo, que en 1972 tuvo que hacer una tesis para graduarse de bachiller y luego otra para licenciarse. “Luego vino una ley maldita, así la llamo yo, que permite el bachillerato automático, después apareció la posibilidad de obtener la licenciatura solo con examen o a través de un curso. ¿Cómo se piensa entonces fomentar la investigación si la tesis es la primera investigación que uno hace?”, inquiere.


Los investigadores recuerdan que cuando se evalúa el rendimiento de los docentes en las universidades, la organización de eventos o el ocupar un cargo tiene tanto o más peso que las investigaciones del catedrático.


Hace poco, el mandatario estadounidense, Barack Obama, afirmó que su país necesitaba alrededor de 300 mil nuevos científicos para recuperar su antiguo crecimiento. Aseguró que, para ello, atraerían a talentos del mundo entero. “Para mí es una declaración de guerra. ¿Qué pasaría si hubiera dicho: “Necesitamos oro, vamos a traerlo de donde haya”?”, dice Montoya.
SEPA MÁS¿Desinterés cultural?“El desinterés por la ciencia en el país es cultural”, cree Roger Guerra-García, presidente de la Academia Nacional de Ciencias. “Las universidades que se crearon, como las que existían en España, no cultivavan las ciencias. Los españoles compraban la tecnología a otros países; sin embargo, con los siglos, sí han logrado impulsar la investigación”.


EDITORIAL DEL DIARIO ELCOMERCIO

Apoyo a la ciencia o la más injusta de las exclusiones

El Comercio 03-08-09


El reto de toda sociedad moderna, más aun en los actuales tiempos de la globalización, es garantizar democracia, bienestar y desarrollo humano. Esto implica, parafraseando al premio Nobel Amartya Sen, ir más allá de la macroeconomía para reconocer los derechos de las personas, satisfacer sus necesidades fundamentales y proveerles las condiciones necesarias para que puedan desarrollarse de manera integral. Prueba de ello es que, como ha informado nuestro Diario ayer, los países más desarrollados y con un PBI pujante son aquellos que han invertido en el bienestar físico, emocional e intelectual de sus ciudadanos, concediéndoles acceso al empleo digno y a los servicios básicos, la posibilidad de participar en las decisiones que afecten su desarrollo, y recursos para impulsar la ciencia y la tecnología.


En estos temas, nuestro país sigue a la zaga, sobre todo en lo que corresponde a la investigación y el desarrollo, campo en el que nos hallamos en el puesto 84 en un ránking mundial que incluye a 127 países. Lo peor es que, como han reclamado científicos peruanos, no existen indicios de que el Estado quiera revertir tan dramática y desalentadora situación.


Sin embargo, hay indicadores que no deberían pasar desapercibidos para el Gobierno, responsable de erradicar el desinterés cultural que existe en las instituciones estatales llamadas a recuperar la inquietud investigativa.


El Perú invierte en investigación solo el 0,15% del PBI. Esto implica 4 dólares anuales por habitante, mientras que Brasil invierte 60 dólares, Chile 25 y Argentina 30 dólares. Salvo cinco universidades limeñas (tres nacionales y dos privadas), el resto (más de 90) no promueve el conocimiento; así, solo 10% de los docentes universitarios investiga.


Ante tan calamitoso panorama, las salidas son múltiples, pero podrían resumirse en una: establecer una política de Estado que más allá del gobierno de turno frene el déficit cultural. Eso significa elevar los recursos que el erario concede a la investigación o promover estrategias conjuntas con el sector privado para incentivar su participación, como sucede en otros campos del arte, la educación y el deporte. En segundo lugar, debe fortalecerse el Consejo de Ciencia y Tecnología (Concytec). Dotársele de los recursos que requiere para financiar la investigación, las becas y otros estudios de posgrado de peruanos con futuro y, como han propuesto muchos especialistas, estudiar la posibilidad de darle rango ministerial para que pueda centralizar la labor que hoy desarrollan de manera dispersa e insuficiente otros centros de investigación existentes en la administración pública.


Mientras Estados Unidos se ha propuesto captar a los científicos del mundo (necesita 300 mil, según Barack Obama), países como el nuestro no hacen nada por retener a los talentos, que fugan en busca de mejores oportunidades.


Para El Comercio, que siempre ha promovido la educación y espacios para la difusión de la ciencia, es prioritario que los medios de comunicación se sumen a esta causa. Como señalamos en nuestras Propuestas para una Agenda de Gobierno, frenar las posibilidades de desarrollo de las personas y su acceso a la educación y a la investigación es la más injusta de las exclusiones.