Uno de las grandes satisfacciones que tengo en mi vida es
tener a San Marcos no sólo como mi Alma Mater sino como mi segunda casa. Vivo
en San Marcos desde que ingresé en 1974, hace 40 años (6 años como estudiante
–debiera ser 5, pero por la huelgas de entonces- y 34 años como docente). Como
profesor transité este sinuoso camino: Ayudante de Cátedra, Jefe de Práctica,
Auxiliar, Asociado y Profesor Principal. No pude haber tenido mejor suerte. Mi
padre, que en paz descanse, siempre quería que yo estudiara en San Marcos, para
su satisfacción me licencié en ella antes que él se fuera.
Que yo hable de San Marcos, entonces, no es casualidad ni
asunto coyuntural. Y no es la primera vez que hablo públicamente de San Marcos,
lo vengo haciendo desde hace muchos años. (Véase diversas publicaciones sobre
San Marcos en www.nemesioespinoza.com
en el Link Universidades). Lo seguiré haciendo, pues considero -disculpen la
presunción- que mis opiniones están fundadas.
Me preocupa que San Marcos esté como está. Teniendo todo
–prestigio, tradición, recursos, gente- San Marcos no está en el sitial que
debiera estar en el Perú, en América Latina y en el mundo. En estos últimos
años 10 años la Universidad del Perú ha retrocedido en lugar de avanzar
sostenidamente y no tiene un Norte claro de hacia dónde va de aquí a 5, 10, 20
años.
2015 debe ser el año de San Marcos porque la nueva Ley
Universitaria debe aplicarse. Como todo peruano y sanmarquino sueño en ver en
el futuro a San Marcos como la primera del Perú, una de las primeras en América
Latina y una de las mejores del mundo. Vale la pena soñar. Necesitamos una
nueva, distinta, eficiente y proba gestión de la Universidad en lucha permanente
contra la corrupción y la mediocracia. Salvemos a San Marcos.