lunes, 10 de junio de 2013

La ANR y la universidad peruana

LA CRISIS ESTRUCTURAL DE LA UNIVERSIDAD PERUANA Y LA ASAMBLEA NACIONAL DE RECTORES
Dr. Nemesio Espinoza Herrera
Profesor principal de la UNMSM


Universidad en crisis que sólo sobrevive maquinalmente

Actualmente en el Perú hay 137 universidades, de entre ellas 50 públicas. Hay cerca de un millón de estudiantes, 70 mil docentes universitarios, 50 mil trabajadores administrativos. La Universidad Alas Peruanas es la más poblada: tiene cerca de 60 mil estudiantes y San Marcos  30 mil.
Hoy, en los albores del Siglo XXI y del Tercer Milenio, todos somos testigos de cómo la universidad peruana tiene –como hace 100 años- evidentes señales de mala calidad académica en la formación de los profesionales. La investigación científica (productora de la ciencia y tecnología) es, en términos de calidad y resultados que los tiempos actuales exigen, inexistente. Hay preocupantes niveles de desempleo (y subempleo) profesional. La gestión universitaria es extraordinariamente anacrónica, sobredimensionada, burocrática, irracional, caótica y con evidentes señales de corrupción y mediocracia.
 Así, pues, la universidad peruana desde hace muchas décadas está sumida en su peor crisis estructural y no responde a las necesidades del desarrollo nacional; más aún, resulta siendo un óbice. Hecha una “ampolla” y una paria con ribetes de obsolescencia, sumida en el ostracismo resultante del vetusto concepto de “autonomía universitaria” y no siendo tenida como parte de la agenda de la política de Estado, la universidad peruana se ha convertido en un falso farol para las nuevas generaciones. 
 La universidad peruana tiene que cambiar, tiene que salir sostenidamente de la crisis porque las exigencias del proceso de desarrollo nacional de hoy así lo exigen.

La ANR  y la crisis de la universidad

En este contexto de evidente crisis de la universidad peruana, la Asamblea Nacional de Rectores (ANR) ha dado el grito al cielo seguido de sendos “pronunciamientos” por parte de varios rectores rechazando “la creación de un Consejo Nacional de Universidades o de una Superintendencia Nacional de Universidades o de la Autoridad Nacional de Educación Universitaria, ya que involucraría la presencia de órganos extraños e intervencionistas” y declarando la defensa de la “autonomía universitaria”, pues, “es el ámbito de libertad necesaria para el desarrollo de la investigación científica y tecnológica y al logro de competencias profesionales de alto nivel” (sic).
Es decir, para la ANR la universidad peruana marcha sobre ruedas y bien; nada se debe cambiar. Según la lógica de la ANR, si el Estado y la sociedad se atreven a cambiar estereotipos y gente interesada en que el rio siga revuelto en la universidad peruana, atentan contra la “autonomía universitaria”, especialmente contra la “autonomía” de la ANR, entonces hay que “defenderlo enérgicamente”.
Tres décadas de vida institucional ostenta la ANR. La ANR posee rentas del Estado equivalente al presupuesto de una universidad y es dueña de una  frondosa burocracia. La ANR está calificada, desde su creación misma, como un “club de amigos” que sin hacer nada observa desde el balcón pasar el cortejo cuasi fúnebre de la universidad peruana en debacle. Si así está tres décadas, la ANR desea estar igual cien años.

La antinatural y demagógica “autonomía universitaria”

En realidad la “autonomía” nunca ha existido ni podía existir. La universidad peruana ha sido intervenida varias veces con permisividad de la ANR. La misma ANR declara haber “intervenido 12 universidades”. La universidad siempre ha sido dependiente (controlada) por el Estado, a través, por ejemplo, del Ministerio de Economía y Finanzas. La autonomía es antinatural en un contexto económico, político y social natural sistémico en el que nada está aislado y todo está interrelacionado. La actual “autonomía universitaria” es un  cliché demagógico y un arma que el Estado esgrime para no “inmiscuirse en los asuntos de la universidad y no hacerse problemas” y la ANR para mantener la entropía de la universidad peruana porque eso favorece a intereses particulares. La “autonomía universitaria” debe, pues, desaparecer. Así, el Estado, la sociedad y todos los peruanos tendríamos la obligación de contribuir a la construcción de una nueva universidad para un nuevo Perú.

Por una nueva universidad peruana


La universidad peruana no necesita la “defensa enérgica” de la actual “autonomía universitaria para la calidad” (¿?). No necesita “autonomía”. La universidad del Perú, en las actuales condiciones, necesita ser intervenida y reestructurada integralmente por el Estado que es el rector de la educación nacional y nada dentro de él tiene extraterritorialidad. La universidad peruana (y la ANR) necesita la declaratoria del estado de emergencia nacional. La universidad necesita nuevas estrategias de calidad académica en la formación de un nuevo tipo de profesionales que el país requiere así como la producción (y la aplicación) de la ciencia y tecnología a través de la verdadera investigación científica. La universidad peruana necesita una nueva gestión o una nueva administración universitaria en la que prime la probidad y la eficiencia antes que la corrupción y la mediocracia.