El cuento de la homologación: la más grande
trampa consumada contra la universidad pública del Perú
Por: Nemesio Espinoza Herrera
Dos son las vertientes de la treta –eufemismo de estafa- consumada
contra la universidad nacional en torno al tema de la homologación: por un
lado, (y bajo la anuencia de los mismos universitarios), el desacato del Estado
por más de 20 años a su propia Ley que ordena que “las remuneraciones de los
profesores de las universidades públicas se homologan a las de los magistrados
judiciales” (no dice a la remuneración básica como equivocadamente se ha
interpretado); y, por otro, la incapacidad y (hasta) la perfidia de los
“negociadores” en esta última etapa quienes a la legítima y justa demanda por
homologación con los magistrados ahora han convertido en un reclamo por
homologación con el sueldo de las secretarias de una empresa pública, pues
plantean que en tanto que el vocal supremo gana 26 mil nuevos soles, el
profesor principal, su homólogo, debe ganar 6 700 (seis mil setecientos) nuevos
soles y todavía por etapas progresivas. ¡qué homologación es ésta que pretende
valorar al Profesor Principal como 7 y al Vocal Supremo como 27!, ¡Por qué
tanto ignominia a la universidad públicas! ¡Por qué tanta insidia y vilipendio
a la docencia universitaria!
Pero la “proeza” de los negociadores va más allá: “logran” (con poses
mediáticos incluido) un pírrico aumento que de oficio le corresponde para este
año(recuérdese que sin huelga y sin negociaciones correspondió en el 2003, cien
soles de aumento, 2004 ciento veinte); pero, de homologación ni un ápice. “El
gobierno nos ha engañado, se ha burlado de nosotros” dicen, exteriorizando así
la más absoluta ingenuidad e incapacidad negociadora. Asumiendo que la
quebrantada cifra de 6700 nuevos soles algún día sea realidad, se supone que va
al básico que actualmente es de cincuenta nuevos soles (hasta antes del 2002
era –ironías aparte- sesenta céntimos) y, por lo tanto, el sueldo del profesor
principal sería 8300 y no 2700 como plantean los negociadores con el Estado.
Aun así la diferencia histórica de sueldos entre magistrados y catedráticos
seguirá siendo abismal por siempre: 8 a 27. El presidente Toledo (que en su
campaña electoral y en el pabellón de Derecho de San Marcos prometió cumplir
con la homologación), el Dr. Iván Rodríguez (que funge de presidente del Club
ANR) y PPK deben estar mostrando una irónica sonrisa frente a este panorama
desolador observando desde el balcón de cómo el Estado en complicidad con los
“negociadores” le han propinado la estocada mortal a la languidecida
universidad pública.
Pero el problema de la universidad peruana, especialmente de la pública,
no se reduce a la simple lucha reivindicativa por remuneraciones (homologación)
se soles más o soles menos. El problema de fondo es que la universidad nacional
en el Perú. Así como está, es una universidad obsoleta. No avanza más. En ella,
se pretende resolver problemas nuevos con paradigmas vetustos. En vez de ser
solución para el país, la universidad se ha convertido en su óbice, en un falso
farol para los jóvenes del Perú y para el desarrollo nacional. La universidad
en el Perú (pública y privada) ya no necesita discursos, pastillas, ungüentos,
leyes, rentas; ni reformas, contrarreformas, marchas, huelgas; ni homologación,
ala fin y al cabo. La universidad en el Perú necesita con premura un proceso de
verdadera reestructuración radical, una cirugía, una reingeniería, una
reinvención, una reorganización (pero de verdad) como parte de una nueva
política educativo de Estado que promueva la construcción de un nuevo país y
apueste por la vigencia de una nueva y distinta universidad, moderna y
competitiva propia del siglo XXI y del tercer milenio.
(Artículo elaborado y publicado en Blog. SETde 2005)
Imagen principal: Internet Alertaeducativa