jueves, 11 de diciembre de 2008

Universidad y desarrollo

Domingo 14 de septiembre de 2008

Universidad y desarrollo nacional

Nemesio Espinoza Herrera
(Artículo publicado por el diario Expreso)


El nuevo siglo y milenio que empezamos a caminar no son sólo señales de la mera continuidad inexorable de la historia peruana, sino más bien constituye puntos de inflexión para la construcción de un nuevo Perú. Esta nueva era trae consigo para la humanidad grandes y distintas tendencias mundiales a las cuales el país debe estar ineludiblemente enserto; pero esta inserción a un mundo moderno de hoy demanda inéditas configuraciones ideológicas, políticas, económicas, sociales, científicas y tecnológicas que avizoren mejores formas de vida de los peruanos.

En este contexto macro de nuevas condiciones universales que el desarrollo nacional exige imperativamente una nueva educación y, dentro de ella, una nueva universidad, siempre que ambas sean tenidas como factores claves y timoneles. Adviértase que sin un nuevo modelo de educación y, por consiguiente, sin un nuevo modelo de universidad como prioridades nacionales de desarrollo es imposible edificar un nuevo país. La educación y la universidad en el Perú siempre han sido, y lo son aún lastimosamente, consideradas como asuntos de quinta categoría. La posibilidad de que el paìs pueda encaminarse hacia el verdadero desarrollo económico y social pasa necesariamente por la reconversión radical de la educación y de la universidad y por la priorización de ellas en la política de desarrollo del estado. Los modelos de la educación y de la universidad en el Perú vigentes desde siglos atrás y propios de tiempos idos resultan siendo espectacularmente obsoletos.

Ya hablando concretamente de la universidad peruana, ésta se encuentra inmersa en una grave crisis estructural. En buena cuenta la universidad, máxime la pública, no existe; solo sobrevive porque siendo vetusta e incompatible con las nuevas condiciones del siglo XXI y del tercer milenio resulta siendo una institución inerme para responder a las nuevas exigencias que demanda el desarrollo nacional; y, lo que es peor, resulta siendo paria. Es cierto que en el caso de las universidades nacionales el descalabro resulta siendo en extremo grave, pero también el de las privadas no son ejemplares que digamos y no dejan de ser preocupantes. Nos encontramos, pues, ante vertiginoso fiasco de la universidad peruana en su conjunto.


La universidad está expresada en la bidimensionalidad sinérgica de dos objetivos ejes que constituyen su misión: a) formación de nuevo tipo de profesionales premunidos de nuevos paradigmas con adecuados niveles de empleabilidad y ello implica necesariamente altos niveles de calidad académica y, b) crear ciencia y tecnología para un nuevo país a través de las investigaciones científicas. Uno no existe sin el otro. Ambos, simbióticamente vinculados, resultan imprescindibles para el desarrollo nacional. Sin gente adecuadamente preparada y sin ciencia ni tecnología resulta infructuosa toda posibilidad (y voluntad) de construir una nueva sociedad propia del nuevo siglo y milenio. Es importante no perder de vista estos dos grandes propósitos de la universidad que hemos señalado porque no sólo configuran la innata naturaleza de la universidad que diferencia de otras instituciones educativas, sino permite también focalizar expectativas, esfuerzos y voluntades en ellos.

No es que exista varios objetivos de la universidad como erróneamente se pretende entrever y que dispersa la atención; lo que sucede es que alrededor de los dos indicados se relacionan sistémicamente diversidad de otros aspectos vinculantes. Ahora bien, ubicada la universidad en el contexto de sus dos fines pivotes y a la luz de ellos resulta fácil describir su desafortunada realidad.

De todo esto se deduce que la universidad en el Perú, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en un falso farol para las nuevas generaciones y para el desarrollo nacional.Todo esto tiene que cambiar; pero ya. Para ello se requiere cuando menos dos condiciones absolutamente necesarias e inmediatas. Por un lado una plena voluntad de política de Estado en el que la educación y, dentro de ella la. universidad, constituyan ejes prioritarios del desarrollo nacional y que se traduzca, por ejemplo, en la asignación del 36% de la estructura presupuestal o del 8% del PBI a ala Educación. La otra condición ineludible para convertir a las universidades en modernas y competitivas es la imperiosa necesidad de una nueva gerencia universitaria, pues ella ha devenido con elocuencia en anacrónica.


Gran parte del problema de la universidad peruana se debe al evidente caos administrativo reinante en las universidades públicas, pues, por regla general, los cuadros administrativos no se caracterizan por sus capacidades gerenciales ni los sistemas de gestión universitaria por su eficiencia. Parafraseando a Arquímedes podríamos decir: “Dadnos un nuevo modelo de administración universitaria y transformaremos a la universidad”. Construir una nueva universidad para una nueva sociedad es una necesidad nacional y es una cuestión de Estado. La sociedad, el gobierno y los mismos universitarios tienen la palabra